dimarts, 15 de desembre del 2015

¿QUIÉN ERA EL CORONEL ABEL?



La película de Spielberg “El puente de los espías” ha permitido que muchas personas oigan hablar, por vez primera, del coronel Rudolf Ivánovich Abel, pero la película, aunque ofrece pinceladas que permiten vislumbrar su cualidad de héroe, no cuenta apenas nada sobre alguien que dedicó su vida entera, una vida heroica repetimos, a la causa del Comunismo.

Así pues, ¿quién era el coronel Abel?

Este gran revolucionario se llamaba realmente William Fisher, si bien en su tumba moscovita figuran ambos nombres, el auténtico y el que él hizo famoso, por más que se tratara solamente de un truco para que en Moscú fueran conscientes de que había sido detenido, pues jamás lo había usado hasta ese momento, ya que los nombres que usó en Canadá y Estados Unidos fueron Andrew Kayotis y Emil Goldfus.

Emil Goldfus era el nombre que figuraba en sus documentos cuando fue detenido, en Nueva York, por el FBI (la agencia norteamericana encargada del contraespionaje) en junio de 1.957. Para entonces él llevaba más de seis semanas sin visitar su domicilio habitual (que se encontraba aledaño a la sede del FBI en Nueva York), pues era consciente de que podía ser detenido en cualquier momento. De hecho estaba a la espera de que su contacto soviético le facilitara un nuevo pasaporte falso, para salir de los Estados Unidos, donde ya no podía permanecer. Sin embargo, sus pasos ya eran seguidos de cerca y el FBI llegó a su puerta antes que el nuevo pasaporte. Sabiendo que esto podía pasar y preparado para ello, reconoció que Goldfus no era su nombre, que había entrado ilegalmente en Estados Unidos y dijo ser un ciudadano soviético llamado Rudolf I. Abel, aunque negó ser un espía y rechazó colaborar con los interrogadores de la CIA, a cuyas manos le pasó de inmediato el FBI. Así las cosas y con poco más que unos cuantos “gadgets” curiosos entre las manos, el principal de los cuales era una moneda de cinco centavos que se abría por la mitad y que habían encontrado años atrás (en base a esa moneda fue popularmente conocido este asunto en la prensa norteamericana), los cazadores de espías norteamericanos fueron incapaces de detener a nadie más y se quedaron con una sola prueba contra aquel a quien ya llamaban coronel Abel.

¿Qué prueba era esa y como pudo caer alguien tan discreto y prudente en manos del FBI?

Esto es algo que la película de Spielberg no muestra, pues pondría en tela de juicio su moralina final. El coronel Abel/William Fisher fue capturado por medio de un traidor. Ese traidor fue Reino Häyhänen, quien había sido enviado desde Moscú a petición del propio Abel, para colaborar con él, especialmente como operador de radio, debido a la cantidad de tráfico informativo que la red dirigida por Abel generaba. La conducta de este traidor fue mala desde un principio, lo que pone en tela de juicio la capacidad de análisis, y otras capacidades, de quienes le seleccionaron en Moscú. Todo cuanto hizo en Estados Unidos contradijo lo que debían ser sus normas, llegando a apoderarse de una importante cantidad de dinero que debía entregar a la esposa de un agente ya encarcelado por entonces. Naturalmente, el coronel Abel, que tenía con él el mínimo contacto imprescindible en las labores conspiratorias, se percató finalmente de ello y solicitó que fuese llamado a Moscú. Reino Häyhänen era traidor y corrupto, pero no tonto y advirtió que en Moscú no iba a recibir ninguna felicitación por su trabajo. Por eso, una vez salido de Estados Unidos se detuvo en París, donde no estaba siendo seguido por nadie, lo que tampoco habla muy bien de los responsables soviéticos. Así cuando, el 4 de mayo de 1.957, entró en la embajada norteamericana en Francia y declaró que era un oficial soviético que deseaba desertar, nadie pudo advertir al instante al coronel Abel. Por supuesto este fue informado de que Häyhänen había desaparecido y consciente de lo que esto significaba empezó a tomar precauciones, pero ya era tarde.
Cuantos hayan visto la película de Spielberg se darán cuenta de que nada de esto aparece en ella. Tampoco aparece el juicio en el que Abel/Fisher fue condenado en base, tan sólo, al testimonio de este traidor. En ese juicio el abogado de Abel hizo hincapié varias veces en la clase de persona, leal, concienzudo, patriota (no convenía insistir en que era un comunista convencido) y hombre de familia, que era su defendido, mientras que su único acusador era un traidor y un infame moral. Lo que no dejó de causar impresión en quienes seguían el caso y en el resultado final del juicio.

Y es que el abogado del coronel Abel, Jim Donovan, también era una persona notable y de gran valía, aunque no fuese comunista. Por supuesto esto queda muy claro en la película, pues Donovan es el protagonista de ella y el personaje a través de quien Spielberg desea encarnar esa moralina de la que hablábamos antes: ¡El “american way of life” es el único moral, justo y democrático!, como lo demuestran quienes combaten por él y el hecho de que siempre gana (al menos en sus películas). Es verdad que, para que esto cuele, hay que “maquillar” un poco la verdad. Olvidar que, aparte de los motivos políticos, lógicos cuatro años después del asesinato judicial de los Rosenberg y lo que esto supuso, que enseña la película a la hora de hablar de los preparativos del juicio, una razón fundamental para elegir a Donovan como abogado del coronel Abel es que Donovan había trabajado, durante la II Guerra Mundial, con la OSS (el precedente inmediato de la CIA) y fue esto lo que le llevó a participar en el juicio de Nuremberg (dato que sí señala Spielberg). Esto quiere decir que Donovan gozaba de prestigio y confianza en el mundo del espionaje norteamericano. Algo que no se dice con claridad pese a la escena de la reunión entre Donovan y Allen Dulles (el gran patrón de la CIA y que había dirigido la OSS en Suiza, durante la guerra, además de ser hermano del Secretario de Estado Foster Dulles). En fin, tampoco es cierto que la casa de Donovan fuera tiroteada, aunque sí se ganó muchos odios y recibió cartas amenazadoras por defender a Abel/Fisher. Menos verdad es que le robaran el abrigo en su visita al Berlín Democrático, o que Pryor fuese detenido durante la construcción del muro (que fue construido en la veraniega noche del 13 de agosto de 1.961), o que hubiera muertos en grupo por intentar saltar el muro (sí que hubo muertos a tiros en algunos casos contados, pero lo de los muertos a mansalva lo debe haber sacado Spielberg del muro de Frontex en el Mediterráneo).

Sin embargo, sigue siendo cierto que Jim Donovan dedicó todo su esfuerzo y saber a salvar la vida del coronel Abel y que supo darse cuenta de la gran calidad moral de la personalidad de su cliente. Por eso, cuando en 1.960 Gary Powers fue derribado con su U-2 sobre la Unión Soviética, no puso reparos a la tarea que le encargaron de intentar intercambiarlo por Abel/Fisher. Esta tarea, aunque lejos de la romantización fílmica, no fue fácil. Para los norteamericanos el derribo del U-2 fue un impacto total. Ellos creían que la Unión Soviética carecía de medios para interceptar ese tipo de aviones espía, pese a que en aquellos momentos (entre el Sputnik y el vuelo orbital de Yuri Gagarin) la URSS iba en cabeza en el sector aeroespacial. Además el derribo se produjo unos días antes de una cumbre de las potencias en París. Esta cumbre fue también “derribada” a consecuencia de la captura de Powers. Y, por último, el presidente Eisenhower hubo de reconocer publicamente que los U-2 estaban espiando a la URSS y prometer no volver a hacerlo (algo fácil, ya que volverían a ser derribados, si bien siguieron volando en otros lugares como sobre Cuba). Todo esto dificultó las cosas y peor las puso la creciente tensión existente en 1.961 en Alemania, que desembocó en la crisis del muro y en una situación de peligro de guerra nuclear que muchos consideran que fue más grave que el publicitado de octubre de 1.962. Pese a todo el intercambio del puente Glienicke se produjo (más el de Pryor) y el coronel Abel volvió a su casa (y no en la parte de atrás del coche).

¿Y esto es todo? Bueno quizá sobre el coronel Abel sea todo, pero sobre nuestro camarada William Fisher hay mucho más. Fisher nació en Newcastle (en la película se dice que tal vez sea inglés, pero cuando fue capturado los norteamericanos no tenían ni idea de nada de esto) en julio de 1.903, apenas unos días antes del inicio del II Congreso del POSDR y del nacimiento de los bolcheviques. Los padres de Fisher eran rusos de ascendencia alemana y vivían refugiados en Inglaterra, ya que su padre hubo de salir de Rusia, tras pasar por la cárcel, por sus actividades revolucionarias en Petersburgo, precisamente en la organización que dirigía allí, a fines del siglo XIX, V. I. Lenin, con quien se dice que compartió detención. Bolcheviques de primera hora sus padres, William Fisher, perfectamente bilingüe en ruso y en inglés, ya era comunista cuando llegó a Rusia en 1.921, después de pasar en Inglaterra sus primeros 18 años. Cuando le tocó el momento de incorporarse al Ejército Rojo lo hizo en Transmisiones y fue un operador de radio destacado. Con esto su carrera quedó ya fijada para siempre. Se casó muy pronto y en 1.929 nació su única hija, Elena. Ligado al NKVD, y después de trabajar en Europa Occidental, tuvo serias dificultades para superar la época de los crímenes de Stalin, pues un hermano de su mujer estaba vinculado a la oposición. No obstante él siempre fue fiel a su familia (aunque la película obvia esto como tantas cosas), de hecho en 1.955, cuando hacía siete años que estaba ausente, regresó de vacaciones a su casa por seis meses y siempre se las arregló para recibir noticias de su esposa e hija en Estados Unidos (algunas cartas de su hija sí cayeron en poder del FBI).

                                    

La Gran Guerra Patria le vió de nuevo como operador de radio tras las líneas alemanas combatiendo a los invasores nazis. Tras la victoria y ser condecorado es cuando fue enviado a Estados Unidos como agente “rezident”, es decir sin cobertura legal alguna y responsable de una red y encargado de transmitir a Moscú la información recogida. Hay quienes, cegados por su fanatismo, siguen negando que recogiera información valiosa, pero la verdad es que el traidor Häyhänen sólo pudo dar su nombre, debido a las precauciones y prudencia de Abel/Fisher, con lo que el FBI fue incapaz de detener a nadie más y la red siguió funcionando. Es más, la inmensa mayoría de cuanto sabemos de él se supo tras la caida de la URSS. En su momento apenas se conoció que, a su vuelta a casa, se dedicó a labores de enseñanza a agentes que habían de ser enviados a Occidente, que fue condecorado de nuevo y que falleció en 1.971 de cáncer de pulmón (algo normal, pues también fue un fumador impenitente), siendo enterrado en Moscú, junto a la tumba de su padre en el cementerio de Donskói, bajo una lápida en la que se grabaron, como ya dijimos, sus dos nombres, el verdadero y el que él hizo célebre.

Cuando el coronel Abel regresó a casa el gobierno soviético, siempre muy reacio a reconocer que las tareas de información son vitales para cualquier estado u organización, estaba relajando algunas normas estúpidas y estaba publicitando algunas hazañas notables de sus agentes. Precisamente en 1.964 los correos soviéticos dedicaron un sello a Richard Sorge y se celebraron algunos homenajes a un par de supervivientes de su antigua red japonesa. No obstante, Abel/Fisher tuvo que esperar a las días postreros de la URSS para tener su propio sello de correos, aunque lo mismo le sucedió a otro gran revolucionario de carrera pareja a la suya. Nos referimos, claro está, a Kim Philby de quien hablaremos otro día.

                                                         

El coronel Abel sí tuvo un reconocimiento muy singular y apropiado en el centenario de su nacimiento. En el año 2.003 algunos de los más destacados miembros de la comunidad de inteligencia se reunieron ante su tumba moscovita para recordarle, como hoy hacemos nosotros. Pero ellos le recordaban como agente de inteligencia, que lo fue y muy bueno, mientras nosotros queremos recordarle como comunista, que también lo fue y de los buenos. Quizá haya quienes entre nosotros, semejantes al gobierno soviético en sus tiempos, menosprecien el trabajo serio, callado y por fuerza secreto de aquellas personas que dedicaron su vida a luchar por la causa de la emancipación de la humanidad bajo una falsa bandera, pero ese trabajo es fundamental. Nunca como en los tiempos presentes, cuando son nuestros enemigos quienes actúan cotidianamente y sin oposición bajo esas falsas banderas contra nosotros, se ha echado tan de menos a esas personas heroicas, como el coronel Abel que con toda humildad, como corresponde a auténticos comunistas, pusieron su granito de arena en pro de la liberación del género humano.

Ernesto Gómez de la Hera

dimarts, 1 de desembre del 2015

3 de Diciembre - Jornada sobre la Conferencia de Zimmerwald



Presentación Zimmerwald

El debate sobre el militarismo y la guerra había sido un tema de debate y preocupación en la Segunda Internacional prácticamente desde su fundación. Esa preocupación se intensificó al promediar la primera década del siglo XX, cuando la carrera armamentista y la competencia colonial comenzaba a definir dos bloques de posible confrontación, uno constituido por Alemania y el Imperio Austrohúngaro, y otro por Francia, Gran Bretaña y el imperio ruso, bloques a los que se irían integrando sucesivamente otros países europeos. A partir de la conferencia de Stuttgart de 1907 y hasta las mismas vísperas del estallido de 1914, los partidos socialdemócratas habían teorizado y debatido sobre la guerra, sus causas y como evitarla o afrontarla en caso de estallido.  Respecto a las causas había total unanimidad, la responsable de un futuro estallido bélico era el sistema capitalista que había promovido una feroz competencia al alcanzar, como diría Lenin, el pleno desarrollo su fase superior: el imperialismo, que impulsaba a la competencia por mercados y recursos para las potentes industrias europeas, así como el control estratégico de las vías de comunicación marítimas y terrestres, el cual recibiría una atención teórica creciente a partir de la publicación de dos obras capitales sobre el fenómeno imperialista: John Hobson, Imperialism. A study (1902), Rudolf Hilferding Das Finanzkapital (1910). Esta obra sería especialmente importante para Lenin en la redacción de su célebre obra, El imperialismo, fase superior del capitalismo, escrita en plena guerra y publicada en 1916. Todavía en agosto de 1914 estaba prevista la realización de un congreso de la Internacional en Viena en el que se volvería a fijar la posición para afrontar la amenaza de guerra. Este congreso no llegó a realizarse porque la guerra estalló el 28 de julio de 1914 con el inicio de la ofensiva austro-húngara contra Serbia.
En contra de lo debatido y previsto los principales partidos socialdemócratas europeos, el alemán y el francés aprobaron por mayoría los créditos requeridos por el gobierno para financiar la guerra, y además aceptaron una conciliación de clases, una tregua social, denominada Burgfriede en el Imperio alemán y Unión Sacré en Francia, participando además en este último caso de los gabinetes de guerra, en los que entraron Jules Guesde . Ello significó la crisis de la Segunda Internacional ya que al secundar y no oponerse a los planes bélicos de sus respectivos gobiernos estaban negando una parte sustancial del ideario revolucionario, si el capitalismo era el responsable del estallido de la guerra a través de la feroz competencia por hombres y recursos que provocaba entre las grandes potencias, apoyar la guerra era colaborar con el enemigo de clase, renunciar a los ideales de emancipación –y aunque alguien lo considerar un error momentáneo y subsanable para cuando volviera la paz- una parte del movimiento obrero –diríamos la más consciente, seguramente la más coherente con los ideales de emancipación y justicia de los oprimidos- consideró que se había producido una grieta severa, irreparable en el edificio del movimiento internacional. Una convicción que refrendaría la clase obrera de los países combatientes cuando los sufrimientos acarreados por al guerra en el frente y en la retaguardia provocaran las rebeliones y luchas, en condiciones peligrosísimas de represión brutal por las autoridades –el estado de guerra permitía criminalizar aún más las acciones de las clases populares con el epíteto de alta traición- que desembocaron en deserciones, motines en el frente y huelgas generalizadas como la gran huelga de las fábricas de municiones alemanas en Berlín y otras ciudades industriales de enero de 1918 donde probaron su capacidad de organización y movilización los delegados de fábrica (revolutionäre Obleute) que desafiaban a las direcciones sindicales atadas a la colaboración con las autoridades, y especialmente en los “diez días que conmovieron al mundo”, el estallido de la gran Revolución rusa con sus dos momentos cardinales, febrero y octubre de 1917.
Es este marco terrible en el que un grupo de militantes socialdemócratas opuestos no sólo a la guerra sino también a la colaboración con los gobiernos que participaban en ella, decidieron reunirse en el otoño de 1915 en la localidad suiza de Zimmerwald para intentar dar una respuesta desde el movimiento obrero a la guerra que ya había adquirido una dimensión mundial. Se reunieron un total de 42 delegados de 11 países en la primera conferencia internacional de las corrientes socialistas que se oponían a la Primera Guerra Mundial, del 5 al 8 de septiembre de 1915.  Los convocantes eran los socialistas suizos e italianos con la intención principal de recomponer la Internacional, pero pronto se destacó la que sería denominada como “izquierda de Zimmerwald”, una minoría potente en su decisión y planteamientos de 11 delegados de izquierda encabezada por Lenin, procedentes de Rusia, Alemania, Letonia, Polonia y Suiza. Uno de los primeros actos de la convocatoria fue la lectura de la carta enviada desde la cárcel por Karl Liebknecht, el primer diputado socialdemócrata alemán que en diciembre de 1914 había votado en contra de los créditos de guerra, en la cual planteaba la necesidad de enfrentar la guerra reanudando la lucha de clases y rompiendo cualquier compromiso con los gobiernos respectivos, señalando además la necesidad de constituir una nueva internacional, sintetizando su propuesta en la consigna “Guerra civil Si, paz civil No”. Lenin y sus compañeros recogieron estas propuestas y las defendieron alo largo de la conferencia defendiendo el punto de vista que la lucha contra la guerra de los trabajadores debería tener como objetivo "el derrocamiento de los gobiernos capitalistas" y el fin del poder capitalista,
El manifiesto final, redactado por Trotsky, consintió en documento de consenso que incluía  un llamamiento a la lucha de masas, aunque la izquierda zimmerwaldiana lo consideró insuficiente porque no establecía medias concretas para desarrollar la lucha lo aceptó como clara convocatoria contra la guerra dirigida a los combatientes y retaguardia de todos los países participantes.  Su importancia radica en que se la considera en perspectiva histórica como el primer paso hacia la constitución de la tercera internacional. A pesar de que los censores militares impidieron la difusión del manifiesto, este de un modo u otro se filtró inspirando las luchas que desembocarían en los acontecimientos revolucionarios de 1917 y 1918-1919. Tal vez quien mejor reflejó el significado de Zimmerwald fue Trotsky quien escribió en el periódico Nashe Slovo, el 19 de octubre de 1915, que "La conferencia de Zimmerwald ha salvado el honor de Europa […] y los ideales de la conferencia salvarán a la propia Europa."

dimecres, 25 de novembre del 2015

#25N - Dia Internacional contra les violències Masclistes



MANIFEST 25 DE NOVEMBRE, DIA INTERNACIONAL PER A L’ELIMINACIÓ

SECRETARIA DE LA DONA DEL PSUC VIU

25 de novembre de 2015

El passat 2014 van ser assassinades, a mans de les seves parelles o ex parelles, 53 dones a

Espanya, segons dades oficials, 12 d'elles a Catalunya. En el que portem de 2015, han mort

víctimes de feminicidis, 48 dones, 7 a Catalunya, segons les dades del Ministeri de Sanitat, Serveis

Socials i Igualtat; unes dades que no contemplen tots els casos, com són els que les dones moren a

mans d'homes amb els que no mantenien una relació sentimental, o els nens i nenes que moren a

mans dels sues pares. Atenent a aquests casos “oficiosos”, a data 25 de novembre s'han produït a

Espanya 93 feminicidis i assassinats.

L'alarmant xifra de dones que són assasinades cada any, posa de manifest que la Ley de Medidas

de Protección Integral Contra la Violéncia de Género, que l'any passat va complir 10 anys, és

insuficient per posar fre a aquesta situació. El tractament que es dóna des de les institucions i els

mitjans de comunicació, tracta el casos com a fets individuals, i no com un problema intrínsec de

la nostra societat. Un problema que té com a base el sistema patriarcal i capitalista en el que vivim

i on els feminicidis són la forma més evident de violència contra les dones, però n'hi ha d'altres,

més subtils, que també ho són; és violència contra la dona el sistema econòmic que governa, que

desnona famílies, que retalla els drets de la classe treballadora en general i de les  dones en

particular permetent la bretxa salarial i la divisió sexual a la feina, que, en definitiva, legitima la

desigualtat de poder que subordina a les dones enfront dels homes.

Des del PSUC Viu, com cada 25 de novembre, reclamem i exigim un compromís explícit  i ferm per

part de l'administració per dur a terme lleis i mesures integrals per posar fi a aquesta xacra social

que és la violència masclista, intensificant les mesures de protecció de les dones i les seves filles i

fills. Reclamem una educació pública basada en el respecte, la justícia, la solidaritat i la igualtat per

prevenir futures conductes violentes entre homes i dones. Perquè el `problema és de totes i tots,

no només de les víctimes.

El PSUC viu exigim que aquest 25 de novembre sigui una data en que totes les forces politiques i

socials de Catalunya prenguin el compromís d’aprofundir en les causes per trobar maneres de

posar fi definitivament a aquest problema social, a aquesta qüestió d'estat, a la que és la forma de

violació de drets humans més estesa a tot el món.

Ens comprometem a treballar i lluitar per la sensibilització de la societat sobre aquesta terrible

situació, per un món més just i solidari on les relacions entre homes i dones estiguin basades en el

respecte i la igualtat i desapareguin les relacions basades en el poder i el domini de l'home sobre

la dona.

Cada dona morta víctima de violència masclista ens ha d'avergonyir i  ha de recaure sobre la

consciència de tota la societat i els poders públics.

Des del PSUC viu no podem passar per alt que el passat 17 de novembre, la Comissió de Drets

Socials, Cultura i Esport de l'Ajuntament de Barcelona, ha aprovat una proposta del grup municipal

de Ciutadan's per iniciar un procés que culminaria amb la legalització de la prostitució “voluntària”

a la Ciutat. El PSUC Viu ens oposem a la regularitzaió d'aquesta pràctica, perquè entenem que és

una forma més de sotmetiment de les dones i legitimació de la violència masclista.

Les dones que exerceixen la prostitució, en la immensa majoria dels casos, ho fan sotmeses,

obligades i explotades per màfies. L'Executiu municipal explica que la primera mesura seria

eliminar les multes que s'imposen a les dones, ja que les que exerceixen “voluntàriament” se les

reconeixeria el dret a fer-ho, i les que ho fan obligades serien considerades víctimes. Acceptar que

qui no exerceix la prostitució sotmesa per una altre o altres persones ho fa voluntàriament és una

afirmació hipòcrita, ja que darrera d'aquesta voluntarietat s'amaga sempre la necessitat de

subsistència, la pobresa i la desigualtat social a les que ens han portat les retallades i les polítiques

capitalistes i neoliberals del Govern, tant d'Espanya com de Catalunya. La prostitució és

l’esclavitud del S.XXI, que legitima i perpetua el cos de les dones com a una mercaderia.

El PSUC Viu considerem que en comptes d’invertir temps i recursos públics en la regularització

d'aquesta pràctica, s'hauria d'invertir en la lluita i la persecució de la trata per l’explotació sexual

de les dones i menors , i ratifiquem la nostra oposició a la legalització d’aquesta forma de violència

en vers les dones.

El PSUC Viu convoquem el dia 25 de novembre, a les 18:30 hores a la Plaça de Catalunya

cantonada amb el carrer Bergara de Barcelona per encaminar-nos tots i totes juntes a la font de

Canaletes, des d'on sortirà la manifestació convocada pel moviment feminista en repulsa,

condemna i record de les víctimes de violència masclista.

NI UNA MÉS!

dimarts, 3 de novembre del 2015

Resolució sobre la proposta de pacte //30 d´octubre del 2015

                                                                                                                                                                      Comitè de Barcelona
                           C\ Doctor Zamenhoff nº16-18
                           Baixos, CP: 08020, Barcelona
                           Tel. 93 4122195 – psuc@psuc.org


Company/a

En el Plenari de l’Agrupació de Barcelona d’avui, 29 d’Octubre s’ha debatut sobre la situació política, les eleccions del 27S, sobre el projecte de confluència de BComú i sobre les properes eleccions estatals del 20D, entrant a debatre el que en aquests moment es presenta com a possible proposta de confluència a Catalunya per aquestes eleccions, i que és fruit de les negociacions liderades per BComú amb la resta d’actors.
Volem manifestar en primer lloc que no es tracta tant de línies vermelles, com d’exigir que una proposta política electoral estigui alineada, sigui coherent, amb els principis, propostes i línies estratègiques que el Psuc (i EuiA), defensem, no te sentit participar en una candidatura que no sols no respecti, sinó que vagi en sentit contrari d’aquests principis.
També cal dir que tant EUiA en el seu darrer Consell Nacional, com el Psuc en la seva Resolució del Comitè Central del 17 d’Octubre van definir nítidament quins serien els objectius ineludibles per participar en aquesta confluència/coalició. Criteris que s’han de mantenir sense cap dubte en tot moment, doncs expressen el posicionament de la majoria de militància, tant del Psuc com d’Euia.
És doncs en aquest sentit que volem manifestar que :
1) És inacceptable formar part d’una candidatura que el seu nom sigui “En comú – Podem”, clarament això comporta un alineament amb PODEMOS estatal i en aquest sentit, fa que es CONFRONTI amb la candidatura d’IU, Unitat Popular, amb la qual cosa ho inhabilita. 2) És inacceptable que no es defineixi a quina formació a quin candidat donaran suport la candidatura, els i les seves diputats i diputades. Els nostre acords són clars, els vots han de servir per impulsar Alberto Garzon a la presidència d’Espanya i que s’incorporin al grup d’IU. 3) Igualment no queda clar, quin serà el destí dels vots, que tot i que no vagin per a cap de les dues opcions ni a IU o PODEMOS, amb un partit nou d’àmbit Català, finalment pot dependre de la formulació legal, que finalment si sumin a PODEMOS. 4) És inacceptable que en cap lloc es part del model d’estat, Federal i Republicà, que és el centre i nucli de la nostra proposta política. I per contra, es parli d’un procés constituent sense quedar clar si es parla d’un procés sols a Catalunya, o a l’Estat, En el cas de ser sols per Catalunya, aquesta proposta queda alineada clarament amb el projecte Independentista, la qual cosa, hem acordat, explicat i repetit que no estem d’acord.
Volem expressar la nostra sorpresa pel fet que amb tant incontestables i notòries contradiccions encara es plategi formar part d’aquest candidatura, i no es consideri de forma concreta presentar-se amb Unitat Popular-IU, que si òbviament compleix tots els acords i propostes de les nostres formacions tant EUiA com el Psuc.
Demanem a la direcció que traslladi aquesta resolució a tots els òrgans competents, PCE, IU, EUia, i que sense dilacions comencem a treballar per un canvi estatal en la línia de la UNITAT POPULAR.

Psuc_Bcn

dilluns, 14 de setembre del 2015

Barri Gòtic de Barcelona, un passat fictici al servei del nacionalisme

El debate sobre el turismo es uno de los más encendidos de los últimos años en Barcelona. Por un lado, se critica un modelo insostenible que ha transformado la ciudad en destino favorito del turismo masivo. Por el otro, los defensores de la promoción de la marca Barcelona defienden la importancia del turismo como fuente de ingresos económicos. ¿Pero cuándo empieza la construcción del parque temático Barcelona? ¿Quiénes atisbaron el potencial de la ciudad como uno de los destinos más atractivos del mundo?

Construir un barrio, inventar el pasado

http://farselona.com/es/




Farselona es un documental web que recupera una de las historias menos conocidas de Barcelona: la transformación del barrio antiguo de la Catedral, como se le conocía, en uno nuevo de estilo gótico. La narración de una estudiante recién llegada -con la ilusión de instalarse en un rincón medieval de Barcelona- nos desvela el origen del barrio gótico junto a los testimonios de historiadores, arquitectos y otros expertos que intervienen en este webdoc dirigido por Paty Godoy y Kika Serra, uno de los proyectos realizados en el último Máster de Documental Creativo de la UAB.

Como documental interactivo, Farselona permite que el usuario recorra/navegue por los edificios y monumentos más significativos del barrio gótico a lo largo de los 7 capítulos en los que está dividido. Guiados por una narradora que convierte su curiosidad en obsesión, este trabajo colectivo investiga el origen de un barrio medieval que nunca existió como tal, gracias a los vídeos, audios y fotografías que ilustran el proceso de transformación de la zona, además de las animaciones, gráficos y datos propios del nuevo lenguaje audiovisual de un webdoc.


Un pasado ficticio al servicio del nacionalismo 

O cómo influye la ideología dominante en la construcción de la ciudad y del relato histórico. La edificación del barrio medieval es el resultado de una serie de intervenciones ordenadas por la burguesía, al mando de las instituciones entre finales del siglo XIX y principios del XX.  Además de potenciar el turismo para atraer inversiones, esta iniciativa de los poderes políticos y empresariales también buscaba la creación de una identidad nacional basada en un pasado idealizado. Se trataba de elaborar un discurso útil para la burguesía catalanista: “Nosotros venimos de aquí y esta es nuestra historia”.  “Necesitaban un pasado común para legitimarse”, afirma Agustín Cócola Gant, una de las voces protagonistas de Farselona, y autor de El Barrio Gótico de Barcelona. Planificación del pasado e imagen de marca.



La ciudad como mercancía

“Introduzcamos en el mercado internacional esta nueva marca de turismo y no dudéis: si la nueva marca se elabora bien y se lanza públicamente el producto se venderá y el negocio estará asegurado”. No son palabras recientes del presidente de Turisme Barcelona ni del gremio de hoteleros de la ciudad. Tampoco de los exalcaldes Clos, Hereu o Trias. Quien hablaba a principios del siglo XX de proyectar la marca Barcelona al mundo entero era el empresario Josep Serra i Roca en La Veu de Catalunya. Y como él, muchos otros poderosos apostaban por el potencial turístico de Barcelona.

En esos planes de crecimiento juega un papel fundamental la Sociedad de Atracción de Forasteros, creada en 1908 para promover la imagen de Barcelona como destino turístico que ya impulsaban otras capitales europeas. Con la imagen de marca centrada en la arquitectura y la cultura como ventajas competitivas respecto a otros lugares, “los extranjeros tendrían mayores motivos para venir a dejar su dinero”, decía el arquitecto Jeroni Martorell en 1911.

Catedral de Barcelona en 1895 y en 1913

En busca del prestigio, el proyecto de ciudad soñada a la que aspiraban los poderes locales se proponía: acabar la fachada de la catedral, pospuesta desde el siglo XV, como símbolo de ese neogótico; la apertura de la Vía Layetana para higienizar el centro histórico; la organización de eventos internacionales como la Exposición Universal de 1888 y la de 1929, con las que dar a conocer la ciudad; y otras obras de monumentalización del casco antiguo que se alargan hasta los años 70 del siglo XX. Con un objetivo: lograr “un ambiente de una densidad histórica y emocional tremenda que sobrecoge al visitante sensible y le produce impresiones inolvidables”, según el arquitecto Adolf Florensa. Es decir, un ambiente histórico fabricado en el que los visitantes viven una experiencia satisfactoria: Bienvenidos al parque temático -o el museo al aire libre- del gótico barcelonés.


Desactivar la lucha obrera para mantener la cohesión social

Barricada levantada durante la Semana Trágica de Barcelona (1909)


Con la reforma del barrio de la Catedral, la burguesía también perseguía controlar todo desorden social: huelgas, revueltas y luchas de un movimiento obrero que había protagonizado diversos conflictos que culminaron con la Semana Trágica en 1909. Además, la destrucción de las viviendas de un barrio popular también eliminaba la marginalidad en el centro porque los habitantes más pobres no podían pagar los precios nuevos tras la revalorización del suelo.

En la idea de ciudad soñada, higienizar, sanear y ordenar el centro ayudaba a prevenir conflictos y a fomentar el orgullo cívico de participar en el proyecto de alcanzar la fama de las principales capitales europeas. Nada como “el orgullo nacionalista para calmar los ánimos revolucionarios”, se apunta en el documental.




FUENTES:  http://www.culturaenaccion.com/farselona-barrio-gotico-barcelona/#prettyPhoto
DOCUMENTAL WEB:  http://farselona.com/es/

dimarts, 18 d’agost del 2015

18 de Agosto de 1936 -- El crimen fue en Granada










































“El Crimen fue en Granada”


          1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.

El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

  
           2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

          
            3.

Se le vio caminar…
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Antonio Machado

dijous, 13 d’agost del 2015

89 Aniversario de Fidel Castro

El 89 cumpleaños de Fidel Castro es un buen día para volver a  ver la película-documental "Comandante". Rodada en el año 2003, el director Oliver Stone pasó tres días con Fidel Castro hablando de la situación política internacional, de la revolución cubana, del embargo americano y de la crisis de los misiles cubanos entre otros temas.





Ver película completa
https://vimeo.com/93086516



dimarts, 28 de juliol del 2015

28 de Julio de 1794 - Ejecución de Robespierre

Robespierre: por una república democrática y social.
Florence Gauthier

Robespierre es una de las figuras políticas más calumniadas de la historia, en particular en Francia. Estas calumnias, acumuladas a lo largo de dos siglos, tienen un efecto inmediato: el de impedir que se pueda hablar de modo claro y directo de lo que Robespierre fue, pensó e hizo. Dejaré de lado las calumnias, sin embargo, para tratar de ir derecho al objetivo. El objetivo no era otro que pensar y poner en práctica una democracia económica, social y política a escala mundial. Inventar, pues, una democracia partiendo de los tres problemas principales que en aquel momento había planteados:
* La cuestión campesina. ¿Cómo inventar una democracia con los campesinos, quienes, en aquella época, representaban más del 85 % de la población? Los campesinos luchaban para liberarse de lo que el régimen feudal suponía, pero también contra el capitalismo agrario, todo ello con el fin de promover una agricultura que diese respuesta a las necesidades de la sociedad.
* La Guerra del trigo. ¿ Cómo inventar una democracia con los artesanos y los trabajadores asalariados, que se hallaban enfrentados al capital comercial y a las nuevas formas de un capitalismo que manejaba las riendas de esta Guerra del trigo –lo que hoy se denomina el arma alimenticia-?
* El derecho cosmopolita. ¿Cómo inventar relaciones fraternales con los otros pueblos, empezando por los vecinos europeos, potencias en disputa, pero también con las colonias heredadas del antiguo régimen en América –¡y qué colonias: esclavistas y segregacionistas!-?
En aquel momento, los europeos ya habían venido y llevado a término la destrucción de las Indias, tal y como dijo con exactitud Bartolomé de las Casas, saqueándolas, queriendo reducir las poblaciones llamadas indias a la esclavitud; después, tras haber despoblado este continente, importando africanos cautivos para someterlos a la esclavitud también en las plantaciones –y con el objetivo, no lo olvidemos, de servir un café azucarado en las mesas de Europa-. Para satisfacer una necesidad facticia de este tipo, tres continentes fueron puestos a sangre y fuego: América, África y la fracción de los europeos involucrados en esta empresa.
En resumidas cuentas, ¿cómo inventar relaciones fraternales con los otros pueblos, relaciones que pusieran fin a las políticas expansionistas y que respetaran la soberanía de todos los pueblos?

Filosofía de las revoluciones de los derechos del hombre y del ciudadano. 
En esta época, la crítica de las diferentes formas de despotismo se hacía a través de unas estrategias de razonamiento particularmente interesantes y eficaces: las de la filosofía del derecho natural moderno. Esta corriente de pensamiento apareció en el siglo XVI, en el mismo momento en el que los crímenes cometidos en América contra los Indios y, después, contra los africanos cautivos sometidos a esclavitud suscitaron un movimiento de crítica de lo que se ha dado en llamar la barbarie europea. Esta conciencia humanista se desarrolló primero en España, con la Escuela de Salamanca, y luego se difundió por el mundo europeo de ambos lados del Atlántico.
La Escuela de Salamanca sufrió las consecuencias del fracaso de los Humanistas, pero algunos de los elementos de la filosofía del derecho natural fueron retomados y redefinidos en el seno de la reforma protestante, primero, y en el de la contrarreforma católica después. Por su lado, las revoluciones holandesa e inglesa, del siglo XVII, aportaron su contribución a esta corriente de pensamiento que después iba a alimentar las Luces del siglo XVIII.
Esta filosofía del derecho natural moderno dio lugar a una nueva concepción de la humanidad y de sus derechos. Su rechazo de la esclavización de los Indios le permitió redefinir la libertad humana por oposición, precisamente, a la esclavitud. Es esencial aclarar qué idea de libertad se está usando cuando se evocan revoluciones que tienen como objetivo el establecimiento de la libertad como el primero de los derechos del hombre. Insisto en esta cuestión porque el término “libertad” remite ,hoy, a concepciones que no sólo resultan diferentes, sino hasta opuestas a la que caracteriza la filosofía del derecho natural moderno.
La filosofía del derecho natural moderno desarrolló una crítica radical a las políticas coloniales, afirmando que la humanidad era una, y no dividida en amos y esclavos; que, en consecuencia, los seres humanos nacían libres y no podían ser esclavizados; que cada ser humano tenía derechos naturales que los poderes públicos tenían el deber de proteger. Estos derechos naturales eran la vida, la libertad personal y la libertad de conciencia, pero también, gracias a la experiencia de los Levellers durante la Primera revolución de Inglaterra, la libertad política. Y aunque los Levellers hubieran fracasado, sus ideas fueron retomadas y puestas de nuevo en funcionamiento en otras revoluciones, entre ellas la Revolución francesa: la crítica radical de las políticas coloniales había conducido también a pensar los derechos de los pueblos, y en particular la soberanía, como el bien común de los individuos que constituyen dichos pueblos.

Robespierre, artífice de la divisa libertad-igualdad-fraternidad. 
Robespierre fue un político que se alimentó de esta filosofía del derecho natural moderno, filosofía que contribuyó a enriquecer a través de la propia práctica de la revolución de los derechos del hombre y del ciudadano.
Robespierre fue quien aunó, el 6 de diciembre de 1790, las tres palabras “libertad”, “igualdad” y “fraternidad” en la divisa que se convirtió en la de la República en Francia, pero también –y esto se dice menos a menudo- la de la República de Haití, que se independizó en 1804.
La libertad se piensa aquí en los términos del derecho natural, tal y como éste ha sido presentado, esto es, como derecho a la vida, a la libertad personal y a la libertad en sociedad o ciudadanía. La igualdad significaba en esa época la reciprocidad del derecho: si soy libre, tengo el deber de respetar la libertad del otro –por ejemplo, no tengo el derecho de matarlo o de someterlo a esclavitud-. La fraternidad es lo que vincula a los humanos entre ellos, lo que hace que tengan los mismos derechos y los mismos deberes, un sentido común y una racionalidad sensible; se trata, en definitiva, de una noción que emana de las nuevas formas de humanismo que lograron desarrollarse gracias a los duros combates mantenidos después del siglo XVI y, de modo más reciente, por la Ilustración. La pertenencia al género humano se vivía y se pensaba, pues, como una identidad común a todos los seres humanos. Sin embargo, esta fraternidad del siglo XVIII se halla hoy abiertamente combatida, particularmente por las ideologías comunitaristas, que recurren a ciertas diferencias –color de la piel, religión, cultura, sexo, etc.- para dividir la humanidad y jerarquizarla.

Un teórico del derecho a la existencia. 

El proyecto robespierriano supuso un desarrollo concreto de los principios de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, votada el 26 de agosto de 1789. A la luz de las experiencias del movimiento popular, Robespierre definió un nuevo derecho del hombre y completó la filosofía del derecho natural moderno. Veámoslo más de cerca.
El movimiento campesino reclamaba la abolición del régimen feudal, sin posibilidad de rescate de los derechos feudales sobre las haciendas. Los campesinos decían claramente que ya no querían pagar rentas al señor y reclamaban que las haciendas que trabajaban les fueran reconocidas como bienes propios. Reclamaban también que los bienes comunales usurpados por los señores fueran restituidos a las comunidades lugareñas.
Otro peligro amenazaba a los campesinos bajo la forma de las grandes granjas capitalistas consagradas a los monocultivos cerealistas que abastecían el mercado interior: la concentración de la explotación agrícola aceleraba la expropiación del campesinado, al mismo tiempo que la alianza entre los grandes productores y los vendedores de grano amenazaba a los mercados públicos, abastecidos por los pequeños productores. La formación de un mercado privado de bienes de subsistencia logró imponer una especulación al alza de los precios de los productos de primera necesidad. Y los salarios de los más pobres, obligados como estaban a comprar su grano, no alcanzaban a garantizar su alimentación. De este modo, las subidas de los precios comportaban aumentos considerables de la mortalidad entre la parte más vulnerable de la sociedad. Esta política de especulación al alza de los precios de los cereales había sido puesta en marcha por los economistas fisiócratas, primero, y, después, por los seguidores de las ideas de Turgot. En 1789, la Asamblea constituyente, dominada por estos partidarios de los economistas, había reeditado una experiencia de libertad ilimitada en el comercio del grano, para lo que había decretado la ley marcial contra los movimientos populares que intentaran oponerse. Esta política constituía una Guerra del trigo en toda regla.
Robespierre se alineó con los movimientos populares en su crítica a lo que en su época se denominó la economía política tiránica. Y Robespierre teorizó acerca de dichas formas de resistencia por parte del pueblo en su concepción de este nuevo derecho del hombre que era el derecho a la existencia y a los medios para conservarla: “Artículo 1. El objetivo de toda asociación política es el mantenimiento de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre y el desarrollo de todas sus facultades. Art. 2. Los principales derechos del hombre son los que garantizan la conservación de su existencia y la libertad.” (“Proyecto de declaración de los derechos” presentado a la Convención el 24 de abril de 1793).
Los partidarios de una economía política tiránica justificaban la libertad ilimitada del comercio de los bienes de primera necesidad a través de la reivindicación del derecho del propietario de disponer de sus posesiones como se le antoje. Sin embargo –responde Robespierre-, los productos de primera necesidad no pueden ser definidos como propiedades solamente privadas, puesto que resultan socialmente necesarios. Es preciso, pues, que se les reconozca dicho carácter social: “Los alimentos necesarios para el hombre son tan sagrados como la vida misma. Todo lo que es indispensable para la conservación constituye una propiedad común a la sociedad entera.” (“Sobre los bienes de subsistencia”, intervención en la Convención de 2 de diciembre de 1792).
Para materializar el derecho a la existencia y reconocer el carácter social de los bienes de primera necesidad, Robespierre propuso someter el ejercicio del derecho de propiedad al derecho a la existencia, imponiendo al primero límites por ley. Asimismo, para controlar el comercio del grano, propuso llevar a cabo una reforma agraria con el objetivo de procurar tierras a los campesinos sin tierra y a los asalariados rurales, fortalecer los mercados públicos abastecidos por los pequeños productores y crear graneros comunales controlados por representantes elegidos por el pueblo. Esta reforma agraria empezó a realizarse en 1793, una vez que la Convención hubo votado finalmente la supresión del régimen feudal, sin contraprestaciones por parte de los campesinos, reconocido la propiedad municipal de los bienes comunales y restituido dichos bienes comunales, que habían sido usurpados por los señores 40 años antes. Esta revolución instituyó la propiedad campesina libre en Francia y reconoció los bienes comunales a los municipios. De este modo quedaba reconocida la propiedad colectiva en Francia.
Así, la crítica de la economía política tiránica había permitido a Robespierre completar la noción de libertad: a los derechos naturales a la vida, a la libertad personal y a la libertad en sociedad, Robespierre añadió el derecho a la existencia, que debía impedir que el poder económico rehusara dar respuesta a las necesidades de la sociedad.
El concepto de economía política tiránica data, pues, del siglo XVIII. Robespierre, que calificaba las prácticas especulativas de asesinato, denominó su proyecto de democracia económica, social y política con el muy notable término de “economía política popular”. Cabe notar que, en esa época, la crítica de la economía política tiránica y, en particular, de la concepción de la libertad a ella asociada, habían sido articuladas claramente por oposición a la esclavitud o a las múltiples formas de despotismo y que, por ello, dicha noción de libertad no se confundía con la restrictiva definición de libertad como libertad negativa o como libertad del propietario de disponer sin límite de sus bienes, sean éstos los que sean y los entienda aquél como los entienda.

Preparar una cosmopolítica de la libertad de los pueblos. 

Otro aspecto de la economía política tiránica criticado por Robespierre fueron las políticas expansionistas, conquistadoras en Europa y colonialistas fuera del continente. A partir de 1789, Robespierre se unió a la Sociedad de los ciudadanos de color, que estaba formada por hombres libres de color venidos de América. El rey había reclutado soldados de sus posesiones en las Antillas para dar apoyo a la Independencia de los Estados Unidos, y esta Sociedad de los ciudadanos de color contaba entre sus filas con cierto número de estos militares. Uno de los activistas de estos ciudadanos de color era Julien Raimond, un rico colono mestizo de Santo Domingo que luchaba contra la política del prejuicio por razones de color. Julien Raimond había comprendido que este prejuicio por razones de color era una consecuencia de la esclavización de cautivos africanos deportados a América, y que, por lo tanto, sólo se podría acabar con dicho prejuicio suprimiendo la esclavitud, que era su causa.
Los ciudadanos de color, quienes escogieron denominarse así porque reivindicaban su color, elaboraron un proyecto de revolución en el seno de las colonias, donde también estaba todo por inventar. Dicha revolución debería pasar por la destrucción de las relaciones de dominación colonial, de la esclavitud y del prejuicio por razones de color. Debería suprimirse la plantación azucarera y, en su lugar, inventarse una nueva economía orientada hacia la satisfacción de las necesidades sociales.
Los ciudadanos de color que se encontraban en París hallaron gran ayuda en la filosofía del derecho natural moderno, que inspiraba la revolución que acababa de empezar en Francia. Buscaron amigos y aliados entre los revolucionarios franceses, a quienes informaron acerca de la realidad de las colonias, que era de difícil conocimiento porque los colonos no osaban revelar todo lo que allá hacían. Los ciudadanos de color comprendieron que debían involucrarse también en la promoción de una política revolucionaria en Francia que, a su vez, rompiera con la política expansionista de los estados europeos del momento.
Los primeros aliados que los ciudadanos de color encontraron fueron Cournand y Grégoire, quienes los introdujeron en la Sociedad de los Amigos de la Constitución, el llamado club de los Jacobinos, donde se unieron a Milscent, Robespierre y otros. Los ciudadanos de color y el ala izquierda de la Sociedad de los Jacobinos realizaron un enorme trabajo común de información acerca de la realidad de las colonias. A raíz de ello, Robespierre desarrolló una crítica del derecho de propiedad ejercido sobre seres humanos. Los partidarios de la esclavitud habían negado la humanidad de sus esclavos, a quienes reducían a la categoría de meros bienes muebles, del mismo modo que, a los ojos de los economistas, cabían también dentro de la concepción que éstos tenían de la propiedad mobiliaria. La economía política tiránica admitía, pues, la suspensión de la humanidad de los esclavos. Sin embargo, los amigos de los derechos de la humanidad rechazaron tales operaciones conceptuales. En su proyecto de declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, Robespierre dejó expresa la prohibición de la esclavitud, lo que limitaba el ejercicio del derecho exclusivo e ilimitado de la propiedad que los colonos reivindicaban.
En mayo de 1791, con ocasión de un amplio y largo debate sobre las colonias que se extendió entre los días 11 y 15, Robespierre criticó abiertamente la política colonial como violación de los derechos de las gentes y de los pueblos. El lema “perezcan las colonias antes que un principio”, que hizo célebre en esa época, debe ser situado en este contexto de rechazo del colonialismo.
Y fue la Convención de la Montaña la que, el 16 del mes Pluvioso –el 4 de febrero de 1794-, abolió la esclavitud de las colonias y decidió dar apoyo a la Revolución de Santo Domingo, que había abierto, tras la insurrección de los esclavos que se inició la noche del 22 al 23 de agosto de 1791, un proceso particularmente difícil de abolición de la esclavitud y de ruptura con el colonialismo.
Pero volvamos un poco hacia atrás. El 29 de agosto de 1793, el gobierno municipal de Cabo Haitiano había decidido la abolición de la esclavitud y los nuevos hombres libres habían procedido a la elección de una delegación de Santo Domingo, encargada de solicitar su apoyo al pueblo francés. La elección de dicha delegación pone de manifiesto el proyecto de esta revolución: fueron elegidos seis diputados según el principio de igualdad de la epidermis: dos negros, dos blancos y dos mestizos. El fuerte simbolismo de esta elección daba fe de la entrada de los africanos, despreciados hasta el momento y reducidos a la condición de esclavos, en el género humano nacido libre y poseedor de derechos. La bandera viva de la igualdad de la epidermis, pues, ensanchaba el género humano y reafirmaba, en la vida concreta en las Américas, la humanidad-una en su diversidad.
Para los revolucionarios, la revolución de los derechos del hombre y del ciudadano era un proceso que concernía a la humanidad en su conjunto, por donde fuera que ésta se hallara oprimida, por donde fuera que ésta pudiese –y debiese- ejercer su derecho de resistencia a la opresión. Grégoire, Thomas Paine, Julien Raimond, los esclavos de Santo Domingo, Kant, los campesinos franceses y muchos más todavía, tenían una concepción cosmopolita de los derechos de la humanidad: se trataba de un asunto que interesaba al mundo entero, puesto que los crímenes contra la humanidad cometidos representaban una amenaza general para la propia humanidad.

Robespierre, demócrata. 

Veamos ahora la concepción robespierriana de la democracia. Robespierre había sido elegido por los zapateros de la ciudad de Arras, uno de los gremios más pobres, para los Estados Generales de 1789. En una época en la que el pueblo era despreciado hasta el cinismo –pero, ¿ha cambiado esto realmente?-, Robespierre fue el defensor infatigable de sus derechos y de su dignidad. Su amistad con el pueblo, ese pueblo menudo de las ciudades y del campo, le valió la hostilidad de todos los que lo despreciaban, en particular de los que trataban de reducir la nación a una aristocracia de la riqueza, los que aspiraban a una democracia sin el pueblo.
Robespierre quería que los mandatos de los elegidos fueran revocables por el pueblo, según el principio que estableció: “el pueblo es bueno, sólo el magistrado es corruptible” –y no a la inversa-. Los ciudadanos reunidos en asamblea elegían a los diputados y otros funcionarios públicos –comisarios de policía, jueces de paz, oficiales de la guardia nacional, etc.- y conservaban una capacidad de control sobre éstos. Si un elegido perdía la confianza del pueblo, podía ser objeto de un voto de desconfianza y perder su mandato. Este control de los elegidos estuvo en vigor durante el período 1792-1794. De hecho, hasta una revolución tuvo lugar según este principio: la Revolución que estalló entre el 31 de marzo y el 2 de junio de 1793, que vio al pueblo sitiar el lugar de reunión de la Convención con tal de revocar el mandato a los veintidós diputados de la Gironda, que habían perdido la confianza del pueblo. Estos veintidós mandatarios infieles -así los denominó el pueblo entonces- terminaron perdiendo su mandato y tuvieron que volver a sus casas.
Es preciso percatarse de lo que una historiografía incapaz de concebir que los ciudadanos puedan ejercer un voto de desconfianza de este tipo ha podido producir en forma de hipótesis fantasiosas, absurdas o calumniosas en relación con estos episodios. El hecho de que la Revolución del 31 de mayo al 2 de junio de 1793 no comportara ni un solo muerto ni un solo herido es algo que generalmente los historiadores ocultan bajo el manto del silencio.
Robespierre quería también que los ciudadanos participaren en la elaboración de la ley, según la siguiente definición de ciudadanía: se es libre en sociedad cuando se obedece a leyes en cuya elaboración se ha participado y a las que se ha dado el consentimiento. Los ciudadanos, pues, participaban en la elaboración de la ley eligiendo sus diputados, pero también redactando peticiones y presentándolas al cuerpo legislativo, el cual consagraba entonces sus mañanas a tomar conciencia de tales proposiciones. De este modo, el ejercicio del poder legislativo se hallaba verdaderamente repartido entre el pueblo soberano y sus representantes.
Asimismo, Robespierre insistió en la necesidad de instituir una administración pública descentralizada. La aplicación de las leyes se hacía al nivel más próximo a la gente: el del municipio. Las competencias de estos poderes locales eran muy amplias: incluían la policía, la justicia de paz, la administración de los impuestos locales, la gestión de los bienes comunales y de los derechos de uso de los habitantes, la administración de los productos de primera necesidad, el abastecimiento de los mercados y la gestión de los graneros públicos. El control se llevaba a cabo a través de rendiciones de cuentas frecuentes ante las asambleas generales de los ciudadanos del municipio. Estas cuentas eran enviadas enseguida, cada diez días, por correo regular, a las instancias superiores, que eran asimismo elegidas por los ciudadanos: las del distrito y el departamento, primero, y, después, las de los ministerios. No había, pues, centralización administrativa ni agentes del poder central. De hecho, no la hubo desde 1789 hasta la restauración de la monarquía en Francia por parte de Napoleón Bonaparte, con el Imperio.
Por otro lado, Robespierre no pensaba que todo tuviese que ser sometido a las leyes, que todo lo que interesa al ser humano dependiese del ejercicio de los poderes públicos. Al contrario, los individuos y las familias debían, en la medida de lo posible, esto es, sin lesionar a las personas, encontrar soluciones a sus problemas. Del mismo modo, tal y como se ha visto, los municipios se veían investidos de una parte del poder en la medida en que se encargaban de regular las cuestiones que afectaban al ámbito local. Escuchémoslo:
“Huid de la manía antigua de los gobiernos de gobernar demasiado; dejad a los individuos, dejad a las familias el derecho de hacer lo que no daña a los demás; dejad a los municipios el poder de regular por sí mismos sus propios asuntos, en todo lo que no incumba esencialmente a la administración general de la República. En una palabra, devolved a la libertad individual todo lo que no pertenece por naturaleza a la autoridad pública, y así dejaréis con muchos menos recursos a la ambición y a lo arbitrario.” (“Sobre la Constitución”, 10 de mayo de 1793, en la Convención).
Esta concepción de la política, así como la práctica que de ella se deriva, tuvieron vigencia, en Francia, durante todo este período de democracia y de derechos del hombre y del ciudadano, pero luego fueron olvidadas o deformadas de formas ridículas u odiosas: todo lo que se ha venido recordando es, todavía hoy, demasiado frecuentemente presentado bajo la forma de un jacobinismo transformado en centralismo estatal. Durante la primera mitad del siglo XX, la vulgata marxista estaliniana añadió a esta visión deformada del período analizado sus ingredientes preferidos: partido único y dictadura. Después, durante la década de 1970, la vulgata liberal empeoró todavía más las cosas al presentar la Revolución francesa como la matriz de los totalitarismos -¡en plural!- del siglo XX. Debemos esta proeza a la pluma del François Furet de Penser la Révolution française... Pero hagamos justicia a este autor que alcanzó a pensar, algo más tarde, que había ido demasiado lejos y mudó de parecer: autocrítica intrépida que es preciso celebrar.
Concluiré abordando la forma como se hacía política en la época de la Revolución. La ciudadanía se concebía y se practicaba en el marco de una soberanía popular real que la mayoría de las sociedades han perdido en la actualidad, en gran medida por el efecto de las formas de dependencia que caracterizan a las sociedades contemporáneas. Este es un punto fundamental: si la soberanía popular no existe o ya no existe, ¿cómo podemos seguir hablando de ciudadanía? En el siglo XVIII, la ciudadanía acompañaba la soberanía popular, lo que aquí ha sido recordado a través del caso de Robespierre y de su intento de poner en funcionamiento una cosmopolítica fundada en la alianza entre los pueblos para fundar jurídicamente la paz y renunciar activamente a las políticas expansionistas.
Principalmente, la ciudadanía se practicaba, no dentro de los partidos políticos, sino en el seno de las asambleas generales de ciudadanos en el nivel municipal. En el ámbito nacional de la legislación, los ciudadanos contaban con el derecho a la elección de sus representantes, sobre los cuales ejercían –lo hemos visto ya- un control real a través del voto de confianza.
El objetivo de esta actividad ciudadana era, a través de la instrucción política que estas asambleas generales permitían, crear un espacio público democrático que fuera ensanchándose a medida que la participación del pueblo se ampliara también.
Este espacio público democrático daba vida a una práctica real de ese reparto del ejercicio de los poderes legislativo y ejecutivo entre los ciudadanos y sus elegidos e impedía, asimismo, que un partido, una clase o una autoridad se incautara del ejercicio de estos poderes públicos. En otras palabras, esta práctica política impedía la apropiación del espacio público, el cual debía, precisamente, conservar su carácter público.
Y es a este espacio público democrático en el que el ejercicio de los poderes legislativo y ejecutivo se hallaba repartido entre los ciudadanos y sus elegidos al que Robespierre había dado forma teórica y contribuido a poner en práctica: una re-pública o una democracia de los derechos del hombre y del ciudadano.

Referencias bibliográficas. 

Historia general de la Revolución francesa: 
Alphonse AULARD, Histoire politique de la Révolution française, Paris, 1901.
Albert MATHIEZ, La Révolution française, Paris, 1927.

Sobre la revolución de los derechos del hombre y del ciudadano: 
Bernard GRŒTHUYSEN, Philosophie de la Révolution française, Paris, 1956.
Jean-Pierre FAYE, Dictionnaire politique portatif en cinq mots, Paris, Gallimard, 1982.
Florence GAUTHIER, Triomphe et mort du droit naturel en révolution, 1789-1795-1802, Paris, 1992.

Sobre la revolución campesina y urbana: 
Henry DONIOL, La Révolution française et la féodalité, Paris, 1876.
Philippe SAGNAC, La législation civile de la Révolution française, Paris, 1898.
Georges LEFEBVRE, La Grande Peur de juillet 1789, Paris, 1932.
Albert SOBOUL, Les sans-culottes parisiens, Paris, 1968.
F. GAUTHIER et G. IKNI éd., La Guerre du blé au XVIIIe siècle, Paris, Éditions de la Passion, 1988.
Jean-Pierre GROSS, Égalitarisme jacobin et droits de l'homme, Paris, 2000.

Sobre Robespierre: 
Albert MATHIEZ, Études sur Robespierre, Paris, 1973.
Florence GAUTHIER éd., Périssent les colonies plutôt qu'un principe ! Contributions à l'histoire de l'abolition de l'esclavage, 1789-1804, Paris, Société des Études Robespierristes, 2002.
ROBESPIERRE, Pour le bonheur et pour la liberté. Discours, La Fabrique, Textes choisis, Paris, 2000.

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Versión castellana de David Casassas
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(*) Florence Gauthier es catedrática de Historia de la Revolución Francesa en la Université Paris 7 - Denis Diderot. Miembro del Consejo editorial de SINPERMISO
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www.sinpermiso.info , 23 julio 2005


Fuente:
http://www.psuc.org/seccio-noticies/19-debat/3770-robespierre-florence-gauthier

diumenge, 19 de juliol del 2015

Barcelona en Comú: resultats de les eleccions a Consellers/es de districte

Ciutat Vella

Vots totals: 292














Eixample

Vots totals: 473















Gràcia

Vots totals: 220


























Horta-Guinardó

Vots totals: 159














Nou Barris

Vots totals: 145




















Sant Andreu

Vots totals: 178


















Sant Martí

Vots totals: 415















Sants-Montjuïc

Vots totals: 266







dimarts, 14 de juliol del 2015

El rapto de Europa

Interesante entrevista a cuatro profesionales griegos del mundo de la cultura, una visión ignorada en los medios de comunicación durante estas últimas semanas.

"En el número 28 (mayo de 2015) de la revista «El rapto de Europa», con el tema principal «La cultura en la Grecia de hoy»,  cuatro griegos vinculados con el mundo del cine, el teatro, la historia del arte y la literatura de este país, relatan el momento presente de sus diversas disciplinas, y las tendencias, si es que es posible definirlas, más inmediatas. Se trata, en concreto, de los siguientes cronistas y materias:


- Stathis Athanasiou (cine): «El nuevo cine griego y la crisis social que lo acompaña desde su nacimiento».
- Dimitris Psarrás (teatro): «Soñar en tiempos revueltos».
- Vana Verroiopoulou (historia del arte): «La crisis presionará a la imaginación para que esta recupere el sueño».
- Dimitris Angelís (literatura): «El libro griego en los años de la crisis».



Merece la pena detenerse brevemente en las reflexiones de estas personalidades de la cultura griega, pues los efectos de la crisis se han extendido a todas las manifestaciones de la vida griega, y también al mundo del pensamiento y la expresión artística.

Stathis Athanasiou es director de cine. Tras exponer la evolución del cine griego desde finales de los años 40 del siglo XX, nos sitúa en 2015 y en la caída de Grecia. Curiosamente, el cine griego está concurriendo a festivales internacionales y ganando premios (por ejemplo, en el Festival de Cannes). Los creadores griegos, en cambio, carecen de medios, y arriendan las ganancias a su creatividad y a la solidaridad, «en el trabajo que los camaradas regalan el uno al otro». Los directores griegos tienen la sensación de pertenecer ya al tercer mundo, ante la incomprensión de sus colegas europeos. Una de las películas más destacadas de los últimos años, rodada casi sin medios, es Boy eating the bird´s food, de Éktoras Lygizos, en la que el personaje, privado de todo, se alimenta con la comida de su canario mientras trata de cuidar de este. Según Athanasiou, «si hay algo que la crisis social ha logrado en Grecia ha sido aumentar la tensión, la ansiedad y el miedo en cada uno de nosotros», lo que ha llevado a comportamientos extremos, como al apoyo parlamentario recibido por un partido nazi (la tercera fuerza política del país). «A lo mejor, lo que está pasando a Grecia es una nueva guerra mundial que se hace con armas nuevas, invisibles e intocables». Su última obra, Alpha, se financió en 2013 gracias al crowdfunding, y se puede ver gratis en la red. Athanasiou concluye que «el orden mundial está transformando el mundo hacia algo oscuro mientras sus cimientos se tambalean. En Grecia todo lo que conocíamos ya no existe y la caída del país ha producido un vacío tan grande que a nosotros nos toca llenarlo ya. Y así seguimos trabajando y viviendo nuestras vidas en Grecia».




Dimitris Psarrás es traductor de teatro e intérprete. No duda de que, con independencia de cómo se resuelva, la crisis «marcará un antes y un después en la historia del país, o incluso en la historia de la Unión Europea y del continente europeo en general». Sin embargo, Grecia ha pasado otras veces por esto en varias ocasiones desde su liberación de los turcos en el primer tercio del siglo XIX. La troika no es sino una nueva cicatriz. En cuanto al teatro, este se ha sostenido tradicionalmente por las ayudas públicas. Al recortarse las ayudas por los planes de austeridad se ha agudizado la crisis del teatro. Fuera de Atenas y Tesalónica la situación es más desoladora. La Fundación Cultural Onassis ha mitigado la penuria del teatro griego, especialmente a partir de 2010. También los Festivales de Atenas y Epidauro aportan algo de color. El Festival de Atenas trata debatir sobre temas sensibles como «los sin techo, los refugiados o los inmigrantes». Lo más sorprendente es el continuo estreno de obras en las 150 salas de Atenas. Psarrás cree que «los griegos, al perder en cinco años más de una cuarta parte de su poder adquisitivo, se iluminaron y desde entonces se han dado cuenta de la vanidad de todo lo material y se precipitaron a las salas de teatro, haciendo colas para poder disfrutar de las cosas que realmente valen la pena: y el teatro es una de ellas». En cambio, el panorama televisivo nunca había sido tan pobre, lo que ha conducido a los actores de cine y televisivos a un callejón sin salida, en el que trabajar gratis puede llegar a ser un privilegio. Los actores de teatro griegos han debido ignorar las ayudas públicas y poner en funcionamiento proyectos puramente privados, como The Greek Play Project (www.greek-theatre.gr). Psarrás remata su artículo con esta reflexión: «No cabe la menor duda de que la crisis está arrasando y la cultura es siempre lo primero que cae, cuando se complican las cosas y se ajusta la economía. Sin embargo, la crisis ocasiona situaciones contradictorias en las que surge la miseria y a la vez la creatividad; renace el fascismo y a la vez la resistencia; florece el egoísmo y a la vez la solidaridad; aumenta en número de los que viven por debajo del umbral de la pobreza, y al mismo tiempo de los que están dispuestos a luchar; quedan suprimidas las ayudas y las subvenciones públicas y al mismo tiempo se crean sinergias que amplían nuestro horizonte».

Vana Verroiopoulou es historiadora del arte y comisaria de exposiciones. Tiene claro que «la crisis financiera actual no se limita a lo obvio. Se trata sin duda de una crisis política y social, pero por encima de todo es un golpe humanitario», por lo que es también un desafío para los griegos, un motivo «para crear nuevas formas de colaboración y difusión del arte». Muchas galerías han cerrado en los últimos años. Los artistas no tienen mercado en el que vender sus obras, y el fin de las ayudas públicas acentúa su desamparo. Algunos, los mejores, pocos, consiguen salir al extranjero y triunfar. Pero se da la paradoja de que «dado que los artistas no esperan ninguna recompensa material, se sienten más libres a la hora de tomar riesgos y crean sobre todo para sí mismos». La colaboración entre artistas también está en boga. Pero en un sector en decadencia, mientras algunos desaparecen, otros muchos artistas emergen, y se centran en «la angustia existencial en un sofocante sistema político y socioeconómico, la memoria, el deterioro, el vacío…». Interesa, asimismo, el futuro de Europa. Ante la caída del Estado, también aquí es imprescindible la puesta en valor de la producción artística con medios privados, a pesar de lo cual, no sin optimismo, se espera el retorno del Estado del Bienestar. Verroiopoulou finaliza su exposición con la cita al «espectacular incremento de las obras relativas a la noción de la decadencia, de la destrucción, del fragmento, de la ruina o del residuo. La calidad del deterioro siempre supone un proceso en marcha hasta la “eliminación”, es decir, una transformación. Los artistas contemporáneos en Grecia entienden el deterioro como referencia simbólica a los límites entre la vida y la decadencia, entre el pasado y el futuro. El deterioro puede ser visto como negación del sistema actual y motivo para la revaluación y la reconstrucción social (percepción cíclica del tiempo), o por el contrario puede ser interpretado como tolerancia hacia la realidad y como pesimismo para el futuro (percepción lineal del tiempo)». Sobre todo ello revolotea la catarsis, pues parece que los artistas griegos optan por la percepción cíclica del tiempo.

Dimitris Angelís es poeta y ensayista. Parte de que la crisis, además del significado que habitualmente le atribuimos, nos ayuda «a enjuiciar, a reflexionar y a autoevaluarnos». La literatura, desde siempre, está en crisis. El predominio de la imagen y de Internet agravan este punto de partida. El verdadero escritor debe romper la superficie y profundizar en la realidad, para liberarse a sí mismo y servir a la de otros. Con la crisis, los despidos y la bajada de sueldos, «lo primero que sacrificaron los consumidores […] fue la cultura». Las editoriales, casi todas pequeñas, comenzaron a cerrar una tras otra, así que los autores no pudieron publicar sus libros. Algunas medidas de la troika agravaron la crisis de los pequeños editores. Los autores jóvenes han podido crear sus propias revistas y ediciones, en un mundo menos cerrado que antaño. En los últimos años han tenido gran acogida los libros que han tratado de explicar la crisis y han denunciado el capitalismo global, aunque no han menudeado las visiones populistas que han librado de toda culpa al «intachable pueblo griego». Las novelas rosa siguen siendo las más vendidas y la poesía sigue siendo minoritaria.

En fin, el pueblo griego tiene la última palabra. Todo es posible, pero merece poner en silencio el «modo de lectura económico, político o financiero» y activar el «modo espíritu del pueblo», el de la cultura, el de los sentimientos y razones más íntimas, el de los desagravios y las frustraciones, el de las esperanzas y las expectativas de futuro, pues nos puede proporcionar argumentos más que convincentes para avizorar lo que ocurrirá cuando el demos dicte su sentencia, tanto en relación con sus gobernantes como con sus acreedores."





Fuente: http://www.uma.es/foroparalapazenelmediterraneo/?p=3293